El Ministerio de Economía decidió dar el primer paso hacia una relajación monetaria luego de meses de condiciones financieras muy restrictivas. La licitación de deuda en pesos realizada esta semana dejó una renovación inferior al 60% del total de vencimientos, lo que implica que el mercado recibirá una inyección cercana a $4,5 billones en los próximos días.
El resultado se conoció tras una operación en la que se adjudicaron $6,87 billones sobre un total de $11,4 billones que vencían a fin de mes. La decisión de no renovar completamente las obligaciones responde a una estrategia del equipo económico para liberar liquidez y estimular la actividad, en un contexto en el que las tasas de interés continúan siendo altas y el crédito está prácticamente paralizado.
Una licitación con menor apetito por cobertura cambiaria
A diferencia de lo que ocurría antes de las elecciones legislativas, los inversores mostraron menos interés por los instrumentos atados al dólar oficial, conocidos como Lelink. Estos títulos habían concentrado gran parte de la demanda en los meses previos, en un contexto de incertidumbre política y temor a una devaluación.
Sin embargo, la mejora en las expectativas tras los comicios y la estabilidad del tipo de cambio redujeron la necesidad de buscar cobertura. De hecho, las licitaciones de las Lelink que vencen en uno y tres meses se declararon desiertas, ya que se presentaron ofertas por menos de $100.000 millones, una cifra insignificante en comparación con los $4,2 billones que representaban esos vencimientos.
Este cambio de comportamiento fue clave para que el Tesoro liberara una porción importante de pesos al mercado, favoreciendo una mayor liquidez en el sistema financiero hacia fin de mes.
Tasas en descenso y emisión a corto plazo
El menú de instrumentos ofrecido por el Tesoro se concentró en títulos a tasa fija, con vencimientos de entre un mes y un año y medio. Aun así, la mayor parte de la demanda se orientó a los plazos más cortos, lo que refleja cierta cautela entre los inversores.
Las tasas nominales anuales adjudicadas oscilaron entre 44,09% y 35,28%, mostrando una curva invertida que anticipa expectativas de desinflación en los próximos meses. La licitación de la letra con vencimiento el 28 de noviembre concentró el 34% del total adjudicado, mientras que el 66% restante se distribuyó en instrumentos que vencen entre enero de 2026 y abril de 2027.
Según estimaciones del analista financiero Martín de la Fuente, la duración promedio de la deuda adjudicada se ubicó en torno a los 139 días, un nivel similar al de abril de 2025. Esto indica que el Gobierno todavía mantiene una posición prudente en el manejo de los plazos de financiamiento.
Expectativas sobre el accionar del Banco Central
El movimiento del Tesoro podría complementarse con una medida del Banco Central (BCRA) para flexibilizar las exigencias de encajes a las entidades financieras. Si la autoridad monetaria decide reducir los requerimientos, los bancos dispondrán de mayores recursos para prestar, lo que podría traducirse en una baja de tasas activas y en una incipiente recuperación del crédito.
En el mercado financiero existe consenso en que la política monetaria extremadamente dura aplicada en los últimos meses había comenzado a generar estrangulamientos en la economía real. La falta de liquidez y los altos costos financieros frenaron proyectos de inversión y limitaron el acceso al crédito de empresas y consumidores.
Una relajación gradual de esas condiciones, siempre que se mantenga la estabilidad cambiaria, podría generar un efecto expansivo moderado sin poner en riesgo las metas de desinflación que el Gobierno se propuso para fin de año.
Cómo interpretan los analistas el resultado
La consultora Puente destacó que las tasas convalidadas en la licitación fueron más bajas que en operaciones anteriores, aunque todavía altas en términos reales. En particular, la tasa de corto plazo, cercana al 3,7% mensual, se ubica apenas por encima de la inflación estimada en 2,4% para octubre.
Los especialistas remarcaron también que el bajo nivel de renovación refleja la escasa liquidez del sistema financiero, una situación que podría revertirse con la emisión prevista para el viernes. No obstante, advierten que aún es incierto si el Tesoro y el BCRA validarán la expansión de pesos que el mercado está reclamando.
Un cambio de ciclo gradual
El giro en la política monetaria no implica un cambio drástico, sino una transición hacia un esquema más equilibrado. Luego de un período marcado por la contracción del crédito, tasas elevadas y una fuerte absorción de liquidez, el Gobierno busca generar un entorno más dinámico que acompañe la recuperación económica prevista para 2026.
Con un escenario político más despejado y la expectativa de una mayor entrada de divisas por la cosecha y el financiamiento internacional, las autoridades confían en que este ajuste marque el inicio de una nueva etapa de estabilidad y crecimiento moderado.
